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¿Y por qué no?

Hablar de uno mismo es muy complicado, descubres que todo lo que cuentas es percibido de diferente manera según sea quien te escucha. Dicha percepción no va acompañada de los olores, sonidos, emociones o sensaciones del conjunto de información que queremos compartir, y eso, complica y, en muchos casos, imposibilita conseguir la comunicación deseada.

Me considero un hurgador natoinquieto por naturaleza que quiere saber todo y no sabe nada, que me hincho a preguntar y a querer descubrir cada día más y más. Todo lo que nos rodea tiene un porque, un motivo, una razón… y necesito saberlo.

Hago lo que me mejor se hacer que es trabajar y aprender. No espero, lo hago. No paro, empujo. No me arrodillo, salto cada vez más alto. Y muchas veces se agradecen los “tirones de oreja” que te regala la vida, porque son regalos nada materiales pero llenos de mensajes positivos y motivacionales que te recuerdan que si lo que haces no está al nivel esperado, solo hay un camino … trabajar más.

Nací y me crié en Madrid en los 70 y 80. Una época llena de cambios. Unos cambios políticos, culturales, musicales y sociales que influyeron mucho a los que por aquellas décadas éramos unos chavales llenos de inquietudes. En mi caso, descubrir a Keith Haring fue un antes y un después en mi vida.

“Si no luchas por tus sueños, alguien te contratará para que luches por los suyos”

¿Y por qué no? me contestaba mi padre ante todas las preguntas que le hacia en busca de una solución a los retos  que se me iban presentando en aquella etapa de descubrimientos y experiencias nuevas. Porque hay momentos en la vida que necesitamos estar al lado de alguien que vea nuestros “problemas” con las mismas dimensiones que nosotros mismos, sobre todo en una etapa llena de dudas, pero con enormes ganas de tener respuestas.

Él me enseñó que en el trabajo no dejamos de estar tratando con personas, que debemos ayudar en todo lo que se pueda. No es hacer un trabajo y ya está. Hay que mantener el contacto.

¿Por qué hay que esperar a que la vida nos regale una visión maravillosa de ella misma? hagámoslo nosotros mismos, y para eso solo existe una vía… mirarse al espejo y tener claro que, a quien vemos, está aprovechando al máximo la vida, disfrutando con lo que hace y estando con quien quiere.

Si hay algo que tengo claro es que muchas veces lo pasamos muy mal porque las cosas no salen, en ese momento hay que saber reaccionar y “auto tirarnos de las orejas” y recordar lo afortunados que somos haciendo lo que amamos y que, el error, en ciertas ocasiones no somos ni nosotros ni lo que hacemos.

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